Reproducir vídeo
“En el instante fugaz
es el alma que nos espera”
Marco Missinato Traducción y Doblaje: Lua Català https://luacatala.wixsite.com/luamusica
Marco Missinato Traducción y Doblaje: Lua Català https://luacatala.wixsite.com/luamusica
En nuestra mente existe este pequeño implante, este pequeño software, una especie de microchip etéreo llamado Ego.
El propósito de este Ego es contarnos historias, historias fantásticas, en su mayoría historias basadas en el miedo, en la contracción, en la separación, en lo que salió mal en el pasado y podría salir mal, también en el futuro, en el miedo a las consecuencias.
Este ego se ha apoderado tanto de nuestra existencia, que si intentamos no pensar y luego no escuchar este parloteo, nos damos cuenta de que es muy, muy difícil, si no imposible.
Sin embargo, entre una frase y otra, en esta narrativa infinita del ego, de todas formas, entre una oración y otra, entre una palabra y otra siempre hay un espacio, aunque sea pequeño, y en ese espacio reside el alma. En ese espacio se encuentra nuestra verdadera identidad, nuestra esencia eterna.
Así que, para poder conectarnos con nuestra alma, con nuestra esencia eterna, con nuestra verdad más intrínseca, con nuestra verdadera identidad, tenemos que encontrar una manera de expandir más y más este espacio entre una frase y otra del ego, que continuamente sigue su parloteo perpetuo e interminable.
Entonces el alma reside en el instante fugaz.
El instante fugaz es el único lugar que realmente existe.
Lo demás son una enorme cantidad de fantasías, historias, ideas, que, a través del ego, que recoge las señales de la narrativa que viene de fuera y la amplifica, y también pesca desde nuestro subconsciente para buscar situaciones del pasado que puede traer a la superficie y continuamente distraernos del instante fugaz, con narrativas, a veces incluso extraordinarias.
Estas narrativas son una ilusión, no existen.
Pero como somos muy poderosos, si aceptamos estas ilusiones y las creemos verdaderas, se vuelven realidad.
El instante fugaz, donde reside nuestra verdad más sublime, es nuestro portal más directo para llegar a nosotros mismos, para llegar al alma, para ir más allá de toda una serie de máscaras construidas, fantaseadas, imaginadas por el ego, que lo hace todo para hacernos creer que son nuestra verdadera identidad. Pero el instante fugaz es el lugar donde realmente nos encontramos a nosotros mismos, el alma.
El alma nos espera en el instante fugaz.
Y así, para ir más allá de los límites dictados por la realidad creada por el ego, por la realidad ilusoria creada por el ego, hemos de encontrar una manera de conectarnos, cada vez más profunda y firmemente con el instante fugaz, para que podamos navegar a través de la experiencia terrenal, instante fugaz tras instante fugaz, sin dejarse llevar por las narrativas contraídas de un ego trovador, que a través de estas historias suscita en nosotros una reacción emocional para que pueda alimentarse.
Por lo tanto, el instante fugaz está ahí, nos espera, el alma nos espera envuelta en el aquí y ahora, en lo único que realmente existe, el instante fugaz, el presente.
Cuando nos levantamos por la mañana, tenemos un nuevo día por delante, y este nuevo día se compone de muchas cosas. Algunas son acciones automáticas que hacemos todos los días, que forman parte de nuestra rutina. Otras son acciones que están relacionadas con nuestras actividades, con nuestras relaciones, con las circunstancias del momento.
Si conseguimos tomar estas situaciones, estas acciones, estas actividades, una a una, que suelen caracterizar nuestro día y conseguimos hacerlas una a una, en un estado de devoción total, en un estado de aprecio total, en un estado de casi abandono, como si lo que estamos haciendo en este momento fuera la única cosa que existe, y así nos dejamos ir completamente a ella, al igual que un niño de 1, 2, 3 años, quien está completamente sumergido en el aquí y ahora, en el instante fugaz, en lo que está frente a sus ojos, en este momento, no hay nada más para él. Todavía no ha desarrollado un ego que lo distraiga continuamente de este momento milagroso que fluye frente a sus ojos.
Si somos capaces de volvernos como ese niño y actuar, hacer nuestras cosas una por una, con la inocencia, la pureza y la alegría de un niño que descubre un mundo por primera vez, aquí nos conectamos con el instante fugaz.
Es cuando entramos en contacto con el alma.
Así que, nos levantamos por la mañana y, digamos, nos cepillamos los dientes. Cepillarse los dientes se convierte en una ceremonia, se convierte en un ritual en el que apreciamos todos los aspectos de esta sencilla y banal operación. Apreciamos el cepillo de dientes, apreciamos el dentífrico, apreciamos este momento mágico en el que empezamos a cepillarnos los dientes y nos abandonamos por completo a esta operación como si fuera lo único que tenemos que hacer hoy, como si tuviéramos todo el día para cepillarnos los dientes. Entonces nos rendimos, nos abandonamos a esta operación con gozo, con aprecio, la observamos, la sentimos, gustamos sus sabores, olores y ruidos, como si nada más existiera.
Haciendo esto, nos separamos temporalmente del tiempo. Vivimos en una situación que parece que no exista más el tiempo, y con la máxima devoción que le damos a esta operación, la voz del ego se convierte en un eco lejano. Casi desaparece.
Y comenzamos a conectar con nuestra esencia eterna, comenzamos a sentir el contacto con nuestra alma.
Y ahora, no sabemos cuánto tiempo nos estamos cepillando los dientes. Muy muy probable que sean solo un par de minutos, pero con este enfoque de completa devoción, parece haber sido un momento infinito y la misma alma en este punto, nos dice que se acabó la ceremonia de cepillarnos los dientes y que ahora podemos emprender la siguiente operación que podría ser ducharnos, o lavarnos la cara, y así, operación tras operación, nos abandonamos al instante fugaz.
Nos abandonamos al ritual del momento con completa devoción, con total aprecio, en total escucha, escuchando todos nuestros sentimientos, todas las solicitudes que provienen de los cinco sentidos y también de nuestras emociones.
Luego es el alma misma la que nos sigue diciendo cuándo termina la operación y ahora podemos hacer la siguiente.
Si logramos navegar a través de nuestro día de esta manera, todas nuestras acciones, sea que se trate de hacer el café, o conducir el coche para ir a alguna parte, o hablar con uno de nuestros padres, o con un amigo, con un niño, si enfrentamos todas estas operaciones, conectados con el instante fugaz, al final del día todo nuestro quehacer ha adquirido una fuerza extraordinariamente transformadora. Incluso en las cosas más simples ha sido extremadamente impactante.
Todo nuestro quehacer adquiere una calidad extraordinaria porque lo hemos dado todo de nosotros mismos en cada operación de nuestro día. Y cuando lo damos todo de nosotros a una operación específica, somos tan poderosos, tan extraordinarios, que esa operación se vuelve mágica.
Mientras que cuando estamos a merced del parloteo constante del ego, lo que hacemos está continuamente contraído, porque lo hacemos prestando solo un pequeño porcentaje de nuestra atención, porque estamos pensando en lo que tenemos que hacer después, así que hacemos las cosas con cierta presión, con cierta ansiedad, con cierta prisa, y la diferencia sustancial es que al final del día nuestro quehacer no ha sido tan extraordinario, como cuando estamos inmersos completamente en el instante fugaz y dejamos que el alma nos guíe. Es una forma de hacer fragmentada, contraída, a veces incluso, digamos, pálida, mediocre, borrosa, apática.
Y al final del día estamos cansados porque hemos hecho todo con contracción, todo en tensión, todo corriendo. Ahora hago esto, tengo que darme prisa porque tengo que hacer el siguiente.
Además, dondequiera que hemos estado, hemos ofrecido al entorno nuestra verdadera esencia eterna, nuestra verdadera identidad y por ello hemos sido de gran apoyo para la vida.
Marco Missinato
“UNDER THE STARS”
Musica di Marco Missinato
Dall’album “Wings of Love”
https://marcomissinato.bandcamp.com/album/wings-of-love
admin