LA DANZE ENTRE COMPRENDER Y SENTIR LA VIDA

Percibir la vida a través de la racionalidad crea una visión muy limitada de nuestro camino. Porque la razón no está equipada para entender y comprender todos los aspectos de la creación.

A comprender la vida hemos de añadir el sentir la vida. Cuando añadimos sentimiento a la vida, invitamos al alma a compartir su visión, que es una visión no lineal, sino que es una visión holística, y así, navegar por el camino humano con nuestra alma, nos ayuda a percibir un rayo de posibilidad de potencialidad y de realidad mucho, mucho más amplio y vasto que cuando navegamos por el mismo camino humano, sólo a través de los términos y reglas de la razón.

La razón juega un papel importante en nuestro camino y en absoluto debe ser cancelada, eliminada o incluso reducida. Pero la razón debe danzar con el sentir, con nuestra intuición, con las percepciones que provienen de otros aspectos de nuestra navegación, entonces el juego se convierte en equipo y nuestra percepción es de 360 grados.

Y sin embargo, aunque la vida siempre es y siempre será un misterio, en este misterio somos capaces de danzar nuestra danza de una manera mucho más orgánica, mucho más impactante, de una manera mucho más expansiva que aquellos que en cambio se limitan a razonar, a comprender a través del razonamiento. Si no veo no creo. Uno más uno es igual a dos. Si no está probado por la ciencia no existe. Estas son las grandes limitaciones de aquellos que tienen sólo un aspecto analítico, que continuamente analizan su existencia y antes de aceptar algo deben tener pruebas de que existe. Y no hay nada equivocado en ello. Pero de esta manera normalmente el camino suele ser muy muy muy lento y carece de una vibración creativa, carece de vida. Mientras que, por otra parte, cuando añadimos también nuestro sentir a la razón, añadimos también la voz de nuestra alma, de nuestro corazón, entonces nuestro hacer y nuestro actuar tienen una vibración extraordinariamente viva, tienen una luz vibrante, tienen un movimiento rotatorio esférico, pero en una espiral donde cada giro es diferente del otro.

Y entonces hay una dinámica, hay un flujo creativo que está en continua expansión. No es algo fijo como querrían los que razonan. Es, por tanto, la danza armoniosa entre la energía masculina y femenina, la que cada uno de nosotros debe lograr independientemente que seamos hombres o mujeres. Cada uno de nosotros debe lograr una armonía energética, donde lo masculino y lo femenino danzan juntos una danza en armonía entre ellos.